Como ya os he contado en alguna ocasión, a veces descubro artistas y pienso: «qué bien quedaría esta obra con punch needle». Y es que, como también he comentado más de una vez, el punch needle es como pintar con lanas. Será por eso que guardo un montón de trabajos de artistas en mis carpetas de Pinterest o también en mi Instagram, aunque rara vez suelo lanzarme. Con Maria Prymachenko fue todo lo contrario.

Maria Prymachenko (1909-1997) es una artista ucraniana cuya obra de estilo folk y naïf me enamoró desde el primer segundo*. Los colores, ese universo repleto de animales imposibles, el papel de la naturaleza o, más bien, la magia de la agricultura, que es vida y alegría y parece bailar en sus obras, denotan una visión super femenina del mundo que no sólo me conquistó a mí. El mismísimo Pablo Picasso, al descubrir su obra expuesta en París, dijo: «Me inclino ante el milagro artístico de esta genial ucraniana». [Si queréis, otro día hablamos de por qué necesitamos la cita de un artista masculino para validar la obra de una mujer, pero ahora, vayamos al asterisco.]
Me gustaría decir que descubrí la obra de esta «genial ucraniana» haciendo scroll despreocupadamente en Instagram, como tantas otras veces, pero la verdad es que su nombre me apareció vinculado a una triste noticia, dentro de un contexto dramático al que no puedo poner sentido ni palabras. Evidentemente, estoy hablando de la invasión, guerra o cómo queráis llamarle (excepto «operación especial») a Ucrania. Y es que, a los pocos días, uno de los bombardeos incendió el museo donde se guardaba gran parte de su obra. La reacción en las redes fue inmediata y así es como vi por primera vez sus trabajos.

Después de indagar un poco y sumergirme en su universo fantástico y folclórico, cogí mi aguja de punch needle y empecé a hacer un cojín con una de sus bestias. Concretamente, con «Otra bestia arrollando las flores». En realidad, no sé si la traducción correcta de «Another Beast Has Run Into Flowers» (en original: Новий звір у квітки забіг) sería esa o la connotación es positiva y sería más bien: «otra bestia corriendo hacia las flores» pero, en mi mente, he convertido al cerdo en el responsable de esta agresión y al campo de flores en Ucrania. Y de este modo, puncheando, he hecho mi catarsis.
Estoy enamorada del resultado. Pero lo que más me gusta es que, además, servirá para una buena causa. Y es que mi amiga Mer de Zubi está metida en la organización de un mercadillo solidario para recaudar fondos para World Central Kitchen, que está ayudando dando de comer a los refugiados que han tenido que escapar de sus casas, de la noche a la mañana, huyendo de la guerra, de la muerte, de lo absurdo. Si os podéis pasar, encontraréis este y un segundo cojín de punch needle, además de un montón de ajuar, mantelerías y otras sorpresas para «Poner la mesa por Ucrania».

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El universo genial de Maria Prymachenko
































